domingo, 19 de enero de 2014

Soy obsesiva. Los Números pares y la ropa ordenada por color son mis preferidos. Cuando  se trata de mi armario una vez a la semana es perfecto y dos horas después es un despelote total. Odio el desorden pero me cuesta mantenerlo. Soy inconstante, pero odio serlo.  Si no me despierto con música o con un dulce “buenos días” y un beso, arranco con mal genio.



Me enfurecen las injusticias y pierdo la razón cuando las veo. Es difícil que me enoje y empiece a gritar, pero cuando lo hago el grito sale mezclado con un llanto decepcionado. Esto se da solo 3 o 4 veces al año, seguramente al mismo tiempo que estoy luchando con mi economía. “Infumable a principios de mes” dice un amigo, perfecta descripción.

Me enojo con mis amigos cuando vuelven a golpearse con la misma piedra, me enojo conmigo por pasarla mal cuando los veo tropezarse y entiendo que es inevitable. Prefiero a mis amigos varones que a las mujeres, salvo aquellas con las que puedo desnudarme y no sentirme avergonzada, en todos los sentidos de esa palabra. Al fin entendí lo importante de los lazos sinceros a tener una foto con millones de NO amigos. A contarlos con los dedos de las manos, pero permitir que me las corten si de ellos se trata.  

Aprecio las amistades frontales y sinceras, no contemplo aquellas que no me retan cuando me las mando. Aquellas que tienen la capacidad de escupirnos las verdades más terribles, solo porque tampoco soportan que tropecemos con la misma piedra.  Quienes se ponen felices con nuestra felicidad. Y me cago en los que no entienden mis vínculos, besito para ellos.

Detesto las perdidas, no me gusta “descartar personas” en mi vida, me cuesta aceptar cuando es necesario o no tiene una explicación lógica para mí.

Vivo con dos gatas y un perro de 5 meses. La gata más chica vive en celo, me niego a jugar a Dios y privarle de la posibilidad de disfrutar de su instinto o de procrear. El perro de alguna manera inocente suele entretener su celo desesperado. Una amiga me pregunto: “Que saldrá de esa mezcla?”.

En esta casa todo es posible. Viviendo con dos gatas que se mimetizaron tanto conmigo, que son el peor reflejo de mi misma. Y un perro que se niega a ser perro, por mimetizarse tanto con las gatas. Con muchísima menos literatura, con medio armario destruido, con muebles mordidos y un sillón destrozado, sigo eligiendo vivir en “Jumanji”; hacen la vida más divertida. Aun cuando algunos invitados las prefieren felinas; otros caninos, y algún otro no tolera a ninguno de los tres.

 Fumo un promedio de 20 cigarrillos al día, no me gusta el ejercicio físico y la comida saludable no existe para mí. Claramente podría estar en “Cuestión de peso”, pero mi metabolismo cambio a los 16 años.

No importa cuánta plata tenga en mi billetera la comida para las mascotas y los cigarrillos no pueden faltar. Disfruto más de cocinar que de pedir delivery y de vez en cuando ponerme linda para comer afuera.

Tengo problema con los límites, voy a vivir tratando en terapia y en mi trabajo diario la búsqueda del equilibrio.

Estoy en quiebra. No puedo planear una salida de acá a tres días, porque no sé si voy a tener $10 en la billetera o voy a haber inventado algo y tener $500.- Ya no lo padezco, lo transito y confío en salir en el corto plazo.  Por supuesto que si me llaman de N° Privado, no atiendo, me persiguen los bancos.

Valoro mucho la honestidad. Prefiero la más cruda realidad a una mentira que no lleva a nada. Prefiero saber cómo son las cosas y poder elegirlo o no.  Me parece más justo para todos.

De un tiempo a esta parte solo tengo vínculos sanos. Tal vez establecí una vara muy alta pero todavía estoy dolida por algunas decepciones. Dicen que los que venimos después siempre pagamos platos rotos de algo anterior.

Me arme una muralla inmensa y durante mucho tiempo no dejaba que nada se acerque, que nada me afecte. Tan mal me salió que lo bueno tampoco me llegaba.

Deje de idealizar a las personas y los vínculos, soy más sincera conmigo y con el resto.  Deje de ponerme un disfraz de Mujer maravilla para mostrar una foto sin maquillaje. A veces me la saco con maquillaje corrido, pero bueno, también es parte.

De un tiempo a esta parte prefiero mostrarme como soy, con toda esa mochila encima, con lo bueno y con lo malo. Imaginando como siempre que todo puede terminar bien, que las cosas pueden suceder. Que depende de mí, pero que no puedo contra todo, que mucho no lo manejo.

De un tiempo a esta parte lo ideal y lo real se asimilan mucho. De un tiempo a esta parte soy lo más parecido a mí.  

lunes, 23 de septiembre de 2013

Fantasía y realidad.

Muy lejos quedó esa ilusión de sentirme Mujer maravilla, de buscar el traje de un personaje para poder enfrentar todo lo que sucedía. Mucho tiempo desde aquellos días donde pretendía creer que podía sola ante la adversidad. Que mis súper poderes me alejaban de los peligros de la vida, tanto tiempo que me termine alejando de la vida misma, por miedo a esos problemas. Primero fue un traje, después una muralla china.

“Deja de contar tu vida como una película”, todavía me resuena en la cabeza esta frase que me dijeron hace ya muchos años. Pero recién ahora, hace no mucho tiempo, entiendo el valor de esas palabras. Y por fin parece que lo empiezo a llevar a la práctica. Hacerse cargo de lo que a uno le pasa y de la manera en la que interfiere en el proceso de cada situación.

Siempre sentí este blog como una manera de reflejar mis pensamientos, mis sentimientos, como si fuese un canal de descarga. Y con el tiempo me fui dando cuenta, que si bien reflejaba como pretendía manejarme ante las distintas situaciones de la vida, muy pocas veces coincidía con mi proceder.

No era una artimaña para mostrar mi lado agradable, mi lado moralista, mi lado “bueno”, sino era lo que yo realmente quería hacer, como pretendía manejarme en esta vida. No lo estaba practicando.

Doble discurso, lo escribo y me da bronca pensar que era lo que yo estaba haciendo. Me jactaba de muchas cosas, pero no las llevaba a cabo. Me generó impotencia y frustración darme cuenta de este proceder. Roza la hipocresía y eso me hace repudiar mis propios actos. No sé en qué momento, tampoco lo reflexione, me empezó a preocupar esto. Me empecé a preocupar mí, desde lo más profundo. Desde adentro y para afuera.

Uno de los detonantes de seguro fue cuando una vez un jefe me dijo que le mostrara cual era mi “mundo ideal”. Después de escuchar la banda de sonido de “Aladino” y cantarla un par de días para focalizarme en el tema empecé a redactar la devolución. Fue frustrante darme cuenta que el concepto de mundo ideal estaba directamente relacionado con la posibilidad o imposibilidad de implementarlo en este mundo real. Ahí es donde todo el discurso que yo pretendía llevar a cabo chocaba con la posibilidad de hacerlo.

Hacerme cargo de las limitaciones y rumbear nuevamente mis ideales para aparejarlos con mis actos no es tarea fácil. Enfrentarse con los obstáculos consciente que esta vez y para siempre, o mientras el mundo real y mi fuerza de voluntad me lo permita, quiero seguir por ese camino.

En el trayecto se pierden cosas, personas, situaciones. Tal vez prescindir de esas cosas puede generar angustia, pero también es fortaleza, es aprendizaje. Ser y vincularse con aquellas cosas que tienen que ver con uno, al menos en esta instancia de la vida.

Resulta gratificante que el fantasma de la frustración se vaya yendo y que uno vaya construyendo un presente más sincero, más parecido a lo que uno quiere ser. Y que seguramente con el tiempo también se irá reconstruyendo.


lunes, 15 de julio de 2013

Mi experiencia en un Temazcal.

Cualquiera que escuche o lea mi relato de mi experiencia en el Temazcal consideraría que fue desastrosa, desafortunada, o para el olvido. A mí no me parece para nada así, pero el cierre termino empañando la experiencia.
Para los que no sepan les paso la definición de Temazcal.
"Es un baño de vapor empleado en la medicina tradicional y religión de las culturas mesoamericanas y también de Norteamércia. Alonso Molina lo definía, en su diccionario de lengua náhualt como "casilla como estufa, adonde se bañan y sudan". El término se refiere tanto al espacio físico como al ritual que en él se lleva a cabo.  

La imagen es solo ilustrativa. Ese fue el ritual en el que participe. No aclare que soy claustrofóbica y padezca presión baja.
"Lleva frutas, ropa muy liviana, una toalla, algo para cambiarte y fruta que te guste para compartir". Un árbol de manzanas necesitaba cuando termino la experiencia, pero ese no es el punto. Lleve Mango, que es mi fruta preferida (después de la sandía, pero llevar una sandía a Maschwitz era mucho.
Me lleve ropa liviana, no desayune mucho, y me prendí un pucho. Me prendí varios. Debo aclarar que fue una invitación de una amiga que notaba mi estado de stress y momento de furia mental que yo transitaba.
Me deje llevar por la experiencia, porque más allá de ser nueva, confiaba en que iba a funcionar y estaba en manos de alguien que predicaba por mi bienestar. 
Respiramos, hicimos silencio, sentimos las vibraciones de la música en el cuerpo y abrimos todos los chacras. Que cerraditos, que conteniditos estaban.
Nos metimos en el Temazcal y comenzó una experiencia que termino subiendo a 80 grados. Luego e varios minutos. Lo que al parecer era un ataquecito de claustrofobia término siendo una catarata expulsadora de “acumulación”. Todo lo que mi cuerpo había acumulado, toda la angustia, todo lo que pesaba. Estaba soltando. Llorando, sacando esa angustia que tenía contenida y no me había dado cuenta.
Luego me bajo la presión, me supero la migraña y termine con suero en la clínica con mis padres diciendo mi apellido con voz de preocupados en la recepción de la clínica. Avisados por mi amiga, que tuvo que contarle a mi mamá la experiencia. Grato momento que quedará en la historia. 
Mi amiga se quedó a dormir y yo repose las 48 hs que mi cuerpo necesito para volver al ruedo. (la ambulancia llegó cuando volvimos de la clínica después de estar en observación una hora.

El punto es que como traumático fue reparador. Fue una sanación para el cuerpo y el alma. Se fue el peso y la angustia logró salir de mi pecho. Fue un final complicado para una experiencia inexplicable. Recomendable. Gracias luz de la edad!!!

Casi como irte de vacaciones a un all inclusive y terminar pagando un vuelo extra de U$S2000…. Pero esa es otra historia….

martes, 28 de mayo de 2013

Esponja.






Como una esponja que absorbe todo. Cuyos pasos se vuelven más lentos por tanto peso, en busca de un retorcijón que alivie. Como hace la esponja para medir lo que absorbe, para saber que líquidos son nutritivos y cuales solo aumentan el peso. Cuantos pasos en falso tiene que dar la esponja, cuantos retorcijones pueden aliviarla, como disminuye su peso? Cómo? 

sábado, 25 de mayo de 2013

Charlas de taxistas I


Me encontré hablando con un taxista, una vez más, del país en que vivimos. Y lejos de debatir posturas políticas en este caso hablamos de lo acostumbrados que estamos de percibir actos ilícitos o situaciones extremas como normales.

Una mujer embarazada fue baleada, un gobierno en la mira por lavado de dinero,  le robaron a una amiga a mano armada, con $100 pesos compraba un changuito y ahora me voy con una bolsa medio vacía del supermercado, juanita engaño a Juanito con el vecino, coimee a un policía para que no me multara, los policías nos obligaron a pagarles una coima para poder pasar a un lugar, tuvimos que pagar para que nos habilitaran un local que estaba en perfectas condiciones, y tantas más.

No voy a ser hipócrita diciendo que nunca hice nada ilícito o que no coimee a un policía o que siempre hice las cosas al pie de la letra. No, pero me encuentro mirando para atrás y no se en que momento todo esto se convirtió en algo normal, algo que ni uno ve como equivocado, en el que pareciera que si no es por izquierda muchos no podríamos salir adelante.

En qué momento se corrió el límite? En qué momento nos acostumbramos a ver el noticiero y no nos sorprendemos de nada de lo que vemos. Como con tanta normalidad estos actos o situaciones dejaron de asombrarnos  a pasar a ser algo cotidiano.

Crecí saludando policías en las esquinas creyendo que todos eran tan respetables como mi abuelo (policía montada), entendiéndolos como la autoridad. Hoy veo padres diciéndoles a sus hijos que los policías son malos. Chicos teniendo miedo de quienes deberían protegernos. Hoy veo cientos de personas quejándose de las inundaciones, algunos que también tiran papeles en la calle y colaboran para que eso suceda. Antes hasta los ladrones tenían códigos, hoy pegan un tiro a un anciano o a una mujer embarazada por un una billetera medio vacía. 

Que fue lo que nos dejó en este lugar, como colaboramos todos para llegar a esto? Porque siempre tiramos culpas, que el gobierno nacional, que el gobierno provincial. Pero nuestros actos cotidianos son nuestra responsabilidad, no siempre están sujetos a condicionamientos dictados por “los que están arriba”

Y aunque me desesperance bastante esta realidad en que vivimos, todavía creo que existen personas (idealistas queridos) que buscan convertir a este mundo en un lugar mejor, un lugar donde uno quiera traer vida, donde quiera cuidar el mundo para futuras generaciones.  Que cree que podemos poner un granito de arena. Que todavía se asusta o preocupa cuando prende un noticiero, que se asusta cuando ve una noticia en la que un camionero pasa por arriba a una persona  por haberlo encerrado,  que se estremece con cientos de muertes en un incendio en un boliche.

Y me quedo con eso, con la parte “linda” con la gente solidaria que llena cajas y bolsas para inundados, que no tira ropa y  la dona, que usa horas ociosas en colectas o en recorridas del frío, en los que devolvemos billeteras encontradas, que le avisa al Kiosquero que le dio demás en el vuelto, que usa cinturón de seguridad, que deja pasar a una embarazada o anciano en una esquina, que respeta y enseña a sus hijos a construir un lugar mejor; para ellos y el prójimo. Me quedo con la esperanza que si todos meditamos un ratito a la hora de hacer las cosas, las podemos hacer bien, por el camino correcto. Cuidando de no pisar a nadie para llegar a donde queremos. Cuestionarnos, todavía es el camino. Hacerse cargo es parte importante.   

sábado, 30 de marzo de 2013

En camino.


Parece que cuando las cosas van bien me ausento un poco de la orilla de este lago. Lo bueno es que hace mucho que no escribo, lo malo es que hoy estoy volviendo a escribir.
En este tiempo tome decisiones, cambie el rumbo, jugué mis fichas, me sentí orgullosa de mis decisiones y feliz de ellas. Y aun es de esa manera, estoy orgullosa, sé que tome el camino correcto. Voy rumbeada, encaminada por fin.

Tengo muchos proyectos, muchas ideas, algunas pareciera que tienen mucho que ver conmigo. Tal vez con el tiempo me dé cuenta que no, pero por ahora me llenan y me hacen bien.

Y aunque tenga todas estas certezas y las cosas empiezan a girar, los procesos llevan tiempo y eso es algo que no puedo manejar. Hoy me hacen ruido los tiempos, me apura el reloj y es cuando me pongo a escribir, cuando empiezo a hacer malabares para poder resolver la presión del tiempo.

A falta de Lago hoy me senté en el río a pintar mandalas y poner los pies sobre la tierra. A respirar profundo y juntar fuerzas para lidiar con los tiempos. Para reforzar mi paciencia y confiar en que mis acreedores vayan a tener el mismo pensamiento “zen” que mi hermana dice que me caracteriza en los últimos tiempos. Pensamiento “zen” que hoy me mantiene en pie y fue sembrando cosas buenas en mí y en los que me rodean.



Hoy estoy un poco abatida, pero solo por un ratito porque tengo mucho que hacer y resolver y mucha voluntad para hacerlo. Pero hoy también me siento feliz y orgullosa de quienes me rodean, que me dan esa palmadita en la espalda que siempre necesito. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

El fin del mundo...


Me imagino a los mayas y creo que se estarán retorciendo en sus tumbas por las ideas blasfemas del fin del mundo. Porque nadie haya interpretado bien sus palabras, porque pocos hayan entendido que hablaban de un cambio, de algo positivo y no del apocalipsis mismo.

Redes sociales, TV, diarios. Nadie dejo de comentar que el 21 de Diciembre de 2012 podía ser el fin del mundo. Y aunque todavía no termino el día asumo que muchos ya se habrán dado cuenta que el mundo sigue y seguirá firme el tiempo que algunos todavía decidamos cuidarlo.

De todas maneras me fue imposible no pensar que pasaba si realmente se acabara el mundo. Que pasaría si mañana nos dijeran que en determinada fecha todo lo que tenemos deja de existir, que nosotros dejamos de existir.

La primera sensación que tengo es una ansiedad desesperada de poder vivir todas aquellas cosas que no viví. Cuanto mas productivo sería vivir cada día como el último o al menos entendiendo que el tiempo no vuelve y que no tenemos vidas de yapa. Y si las tenemos es en otro plano, no continuando la misma. Sería demasiado bueno, o demasiado malo si fuera así.

Después, un poco en frío hago un balance sumamente positivo de mi vida en general, de mis metas y objetivos cumplidos. De mis ganancias afectivas. De mi misma.

No escribo un libro pero tengo mi blog, con los seguidores justos y necesarios. No se si plante un árbol pero la plantación de perejil no tuvo mucho éxito. No tuve hijos, tengo gatas. No se si quiero escribir un libro, ni me interesa plantar un árbol. Solo me hubiese quedado pendiente tener un hijo, eso si hubiera sido un pendiente.

Voy pensando como voy a reciclar mi pizarra, con mis nuevos proyectos, con este cambio de calendario que se avecina para que si algún día me avisan que llega el fin del mundo no me queden pendientes ni sume arrepentimientos. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Pizarra.

Tengo una pizarra con mis deseos. Con mis expectativas de vida. Con mis objetivos. Con lo que quiero alcanzar. Lo leí en un libro, “El Secreto”, y lo adopte como modo de vida. Todo con imágenes y fotos para poder visualizarlo.

Muchas personas adjudican los hechos de su vida a la ayuda de algún Dios, a plegarias, a muchas cosas. Yo adjudico mis éxitos y mis fracasos a mis ganas, a mi voluntad de cumplirlas. Y visualizar las cosas que quiero y busco para mi vida y creer en ellas como hechos y como realidades me ayuda mucho.

Por fin encontré una herramienta para aclarar mis ideas y llevarlas a cabo, visualizarlas, cumplirlas. Coincide con mi forma de afrontar la vida. Y vivirla.

Mi negocio propio, ser yo misma, relajarme, dormir bien, tomarme la vida con más calma, entender que la ansiedad es mi enemiga, hacer ejercicio físico, meditar, visitar médicos. Y visualizar porque no una familia “tipo”.

La pizarra también me mostro que por mas imágenes que ponga hay cosas que sola no se construyen, que uno puede visualizar muchas cosas pero requiere del deseo de alguien mas. No hay Evangelina sin Palito.

Sigo imaginándome y deseando muchas cosas, y sigo alcanzando mis objetivos. Habrá algunas cosas que vendrán con el tiempo y con deseos conjuntos. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

Quiero



Un pie para mi guitarra. Micrófonos inalámbricos. Un cañón. Lápices de colores.  Viajar, conocer el mundo.  Una biblioteca repleta de libros.  Poder leerlos.
Quiero tiempo.  También, tiempo libre, de ese que habla todo el tiempo Mujica.  Quiero muchas cenas con mis amigos.  Con esos que se bancan mi humor y mis humores.  Con esos que me abrazan sin pretextos, sin excusas.  Quiero tiempo para mis hermanos, para los niños que me rondan el corazón y la cintura. 
Quiero un salero lindo, de mesa, un rallador que no se doble cuando lucha con las zanahorias.  Quiero felicidad.  Toda.  Bueno, bastante, así también le toca a las personas que aprecio.  Quiero una memoria para mi cámara de fotos.  Una cámara de fotos nueva.  Quiero algunos discos de Spinetta.  Ir a recitales de esas bandas de los últimos años.  Hablar con gente, conocerlos.  Pretender.
Quiero un par de zapatillas topper de lona.  Y el amor. Y la mirada. Y la incondicionalidad de tu compañía.
Quiero un perro como el mío.  Medio loco, que explota de alegría al verme, que se sube a mi auto corriendo para ir a pasear.  Un perro que te lame la cara.
Quiero entender sin presunciones, sin metas.  Quiero otro jean.  Quiero una vida en el sur, otra en el mar.  La sinceridad de las personas, el reflejo del alma en el fondo de sus ojos.
Quiero una casa rodante.  Una vida rodante.  Un corazón inquieto.  Quiero el amor, pero no un desierto de azúcar, un vacío eléctrico.  Quiero un cinturón de cuero, una lámpara de luz tenue.  Quiero proyectos, entusiasmo. 
Quiero una lapicera de tinta azul lavable y un montón de biromes.  Quiero seguir midiendo el tiempo en relación al compartido con vos y al que no te tengo y te extraño.  Quiero hacer una película.  Quiero escribir.  Quiero evitar los modelos modernos, el show y la vulgaridad.
Quiero un sótano.  Grande, enorme.  Húmedo y con poca luz.  Quiero tirarme en el pasto, un día de sol sin mas que hacer.  Quiero un horno de pan y un horno de barro.

jueves, 3 de mayo de 2012


Reinventarse. Lo primero que me dice google es “tu segunda oportunidad.pdf”. Oportunidad. Me gusta. Después busque la definición y me apareció: volver a inventar. No me resulto muy profunda esta definición. Y creo que prefiero “volver a crear”.

La imagen de la luna fue de los primeros resultados de las imágenes en google. Y me pareció de las más indicadas. Me gustó la analogía de la luna y la vida. De algo que se va reinventando constantemente. Que logra momentos de plenitud y padece de momentos de vacío, pero sigue creciendo. Sigue saliendo. 

martes, 1 de mayo de 2012

Flashes casuales...



Lo que más me gusta de las fotos es lo que me transmiten. Más allá del recuerdo en sí. Muchas veces trato de retratar el momento que estoy viviendo, de mostrar un poquito lo que los mis ojos  “ven”. Muy pocas se plasma realmente lo que uno llega a sentir.  Muchas otras, el flash casual logra transmitir muchas de las sensaciones que se estaban viviendo. Creo que justamente porque no posamos para ellas, no sabemos que alguien afuera está viendo lo que sucede.

Con ella tengo varias de esas fotos. De auto foto con zoom exagerado, de flashes casuales, de retratos fieles del camino andado.

Yo no sé si en la foto se llega a percibir, pero a mi me transmite muchísimo de lo que se estaba diciendo en ese abrazo. Porque no hubo que decir nada, y estaba el pacto tácito de que “donde estés, estaré”. De que mis pequeñitos brazos van a estar aún en la distancia marcada por kilómetros. Ese abrazo hablaba de consuelo, de entender el dolor, de sentirlo, de llorar de impotencia por no poder parar el dolor del otro.

Hoy a unos kilómetros de distancia de esa foto, los bracitos no cobijan dolor. Solo el placer enorme de haber vivido las transformaciones de tu ser. Crecimos juntas. Y realmente se que crecimos. De este protagónico tuyo en la película. De este Oscar, ganado por la dirección de tu propio éxito.

Brindo por muchos flashes casuales en nuestra vida AMIGA!

Nota para el lector: Se que este no es el medio que más te gusta, pero con esas fachas sigue estando resguardada la identidad. Y entre tantas cosas feas que escuchamos a diario es lindo rescatar que ante todo existen lazos, libres de prejuicio y explicación que es lo que termina pesando mucho más, donde sea que terminemos. Sabiendo que las mejores fotos quedan en otro lado...

sábado, 28 de abril de 2012

Reflejos


Todo parecería haber sucedido un sábado como cualquier otro.
De pronto sonó el timbre en la casa de mi abuela.  Era mi papá.  Un poco sorprendidos le abrimos la puerta y sin mucho dialogo, abrazó a su madre y entramos a la casa. 
Reconozco que ya desde ese momento yo desconfiaba un poco de la situación.  Pero mi abuela estaba tan feliz, que me permití escuchar lo que había para decir.
De pronto también Matías, mi hermano, estaba sentado a la mesa escuchando.  Había también un par de personas más, que por momentos eran Sergio y Néstor y por momentos no.  Era un pequeño fogón formado alrededor de ese hombre.
Otro timbre.  Mi prima y mi tía, vecinas del barrio, llegaban para ver a mi abuela. 
Ya desde ahí les advertí de la presencia de mi padre en la cocina para evitarles la sorpresa, el hallazgo.  Les susurre la incómoda presencia.  Recuerdo que mi dedo se engancho con el aro de Gisela, pero todo transcurría como en un segundo plano.
Se sumaron al círculo entre maravilladas y felices.  Todos oían lo que estaba diciendo.  Yo nunca tuve registro de su voz.  No sé por qué.  Sé que les hablaba y sonreía, contando tal vez anécdotas de los sitios por los que había estado todo este tiempo.  Pero yo nunca oí su voz.
Estaba confundido, entre la estafa y la magia de la situación.  La representación y la realidad, Lo imposible y lo milagroso.  Ahí en medio estábamos atrapados todos, sentados, como esperando un desenlace postergado o aniquilado por el pasado.

Al fin lo decidí.
Le dije que se fuera, que él no era mi padre.  Entonces se paró en medio del silencio, camino hasta una de las cabeceras de la mesa, y me miró con cara de disgusto. 
Su cara ya no era la de mi padre y entonces todo me resultó más sencillo.  Me le abalance para golpearlo pero no llegue a su cuerpo y por alguna extraña razón física que opera en los sueños, caí hacia atrás.  Mi padre se arrojo encima para patearme mientras yo estaba en el piso, pero no acertó y aproveche la situación para devolverle el golpe, que esta vez si fue certero.  Luego le di otro y cerré el embiste con un empujón.
Había caído contra la otra pared y parecía no reponerse aunque el movimiento no nada había sido tan violento como para justificar la caída. 
Se lo veía más flaco y más alto, con otra contextura.  Entonces lo tomé de las ropas y lo lleve como una alfombra enroscada hasta la puerta, en donde lo arroje sin más a la vereda.
Lo había desenmascarado.
En la cocina seguían de tertulia, casi son la misma naturalidad que tenían al haber recibido la visita.