jueves, 1 de enero de 2009

ELEGIR

Que lindo arrancar el año sabiendo que aun queda gente que elige su propia aventura. A veces yo creo que soy parte de ese grupo, otras me siento el títere de un dios malo, enojado con nuestros propios errores.
Es bueno saber que uno puede enderezar el destino, cambiar de planes, preferir una palabra ó apagar la televisión. Es bueno saber quién esta del otro lado, es bueno ignorarlo a veces.
Es bueno sorprenderse, dejarse llevar, buscar el momento para sonreír. A veces es bueno voltear para llorar, y otras es bueno encontrar el hombro exacto que coincida con el relieve de nuestra cara, de nuestras lágrimas.
Que bueno es poder elegir escribir. Que bueno es el silencio cuando es escogido. Que bueno es imaginarnos en un lugar con lagos, con sombra, siendo testigos del abrazo del agua y las piedras. Que bueno es saber que ese es un lugar en donde podemos volver siempre. Es como una especie de refugio, de hotel perpetuo, de escondite intimo en donde mezclamos nuestros afectos, nuestras ideas, nuestros proyectos, nuestras tristezas.

A veces creo que deberíamos escribir sobre los controles de alcoholemia, las heridos por la pirotecnia y hasta de las guerras que le dan la bienvenida a otros humanos en el mismo momento en que nosotros levantamos las copas y nos llenamos de nueces y turrones.

¿La mirada distinta nos aleja? ¿Nos da respiro? ¿Nos permite una sutil evasión?

Nada de todo eso. A veces, creo, nos eleva. A veces, nos humaniza y nos iguala con el palestino que evita los bombardeos mientras va a almacén.

Me pregunto cuantas cosas podrá elegir. Me pregunto cuantas habrá elegido ya.

Me pregunto si yo puedo elegir o si todo lo que pasa es consecuencia de la elección de otros.
Y a veces pienso, y se que te lo dije, que solemos tener una mirada tan egocéntrica que siempre vemos nuestra propia película y tal vez, de vez en cuando, deberíamos desacelerar y dejar que seamos parte de la película de otro. Aquietarse, observar, permitirnos oír al otro, dejar que muestre sus sentimientos, sus propios milagros cotidianos.

No hay comentarios: