domingo, 28 de diciembre de 2008

Elige tu propia aventura (Parte II)

Me di cuenta, al leer “Deseos” que me había confundido en algunos puntos de mi entrada “Mujer Maravilla”, por varias razones que paso a aclarar.

En principio, mi historieta se llama así pero olvide el detalle que no soy la única que leo “Miradas…” y que empezando por mi “compañero de blog” difícilmente se pueda sentir identificado con un personaje de taco alto. Modifiquemos entonces el nombre a “Elige tu propia aventura” y empecemos a darle forma a la segunda parte.

Muchas veces mi discurso puede sonar pesimista y poco alentador, pero la realidad es que muchas otras mas decido tomar el camino del optimismo y en general llegué a lugares sorprendentemente agradables y decido aprovechar este medio para contagiar un poco, si es que se me permite.

De que sirve mirar atrás y enumerar la cantidad de cosas malas que nos pasaron o las cosas que dolieron si no podemos rescatar nada de ellas? Porque culparnos por cientos de cosas que en definitiva fueron consecuencias de lo que sentíamos en ese momento? Porque sentarnos a enumerar las cosas que nos gustaría modificar si no nos decidimos a cambiarlas?
Tal vez me equivoque pero creo que de esas cosas es de las que verdaderamente aprendemos. No sirve de nada renegar por las cosas que nos pasaron porque difícilmente vamos a “sacarle el jugo”. Mi carente creencia en Dios o en “Símbolos” superiores (si me permiten llamarlos así) me hace creer que soy la única responsable de mi destino. Por eso decido tomar ese caudal de situaciones y seguir escribiendo.

Mi vida no tiene mayores sobresaltos, si me detengo a espiar otras historias de vida, que también “tomo prestadas” para fortalecer mis cimientos. Vivir las fortalezas de otros me ayuda a comprender que la única adversaria es la muerte. De lo demás, podemos salir algo golpeados pero fortalecidos sin duda alguna. “Si con esa pude, puedo con la que sea” y así creyendo que no puede ser peor aunque a veces suceda y nos sorprendemos de nosotros mismos y de la capacidad de sobrellevarlo. Porque siempre se sale.

Una de las cosas que más aprendí es DISFRUTAR. Creer que el mañana es incierto y que nada esta escrito, sino que se escribe en la marcha. Y en el camino, el entender es aprender. Todos esos “golpecitos” que van doliendo, van ayudando a que el próximo duela menos, o que por lo menos nos haya dado herramientas para enfrentarlos.

Otra de las cosas que aprendí es a QUERER. Y con esto me refiero a que solo si yo quiero lo voy a lograr. No sirve desear algo sino voy a hacer nada para construirlo. No sirve de nada renegar y amargarse porque hay algo nuestro que no nos gusta sino nos esforzamos por modificarlos. De hecho es una posición algo “cómoda” quejarse de las cosas que nos suceden y adjudicárselo a “lo que esta vida me dio”. La vida de hecho es algo “abstracta” como para echarlo culpas. Pero son formas, son experiencias, son aprendizajes.

Eso también aprendí. PUNTOS DE VISTA, PUNTOS DE VIDA. Nadie en el mundo es capaz de ser igual a otro, Menos mal! Que aburrido sino. Con esas experiencias que hablaba antes tiene que ver. Ninguna vida se asemeja y por ende ninguna experiencia y menos su aprendizaje. Pero suman. Siempre valorando lo que logramos y como llegamos a estar parados a donde estamos. Donde queremos estar.
Por mi parte sigo eligiendo mi propia aventura…

viernes, 26 de diciembre de 2008

DESEOS

Yo, amiga mía, daría una pierna porque mi vida cambiara el primero de enero.
Asi, terminante, radical, inflexible. Mi pierna izquierda por que las cosas cambien. ¿De que me sirven las dos si no pueden llevarme hacia un lugar felíz? ¿De que me sirven si mis rodillas lloran al reconocer los mismos atajos, los mismos caminos?
Basta de someterse a la vida que a uno le toca vivir. Basta de tolerar las cosas que a uno le manchan el alma, le hieren el espíritu.

La lluvia tiene esa cosa de libertad, de insolencia. La lluvia tiene los acordes de Juana Molina clavados en cada gota, en cada verso. El ensortijado y caprichoso recorrido de un ritmo alienante, posesivo, cautivante. La música de los cielos que albergan las lluvias. Las lluvias que permiten el levantamiento armado de nuestros corazones rogando a los enemigos por un poco de amor en este mundo desolado, regado de estupidas, sembrado de preguntas sin razón, de diagonales sin salida.

Ojala el primero de enero llueva. Ojala que mi risa regrese y ya no sienta la necesidad de ofrecer mis extremidades por un poco de felicidad. Ojala que haya alguien ahí, del otro lado, escuchando mi silencio el día que pueda volver a hablar.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Mujer Maravilla

Porque creo que termina el año y cambia la vida? Como puedo esperar tanto cambiar de calendario creyendo que voy a “empezar de nuevo”? Porque me condiciono con el 01.01 si se que puedo empezar cuando tenga ganas? Porque ahora me lo tomo tan a pecho si sin duda la vida me enseño que puedo arrancar todos los días una “historieta” nueva?

De todas maneras la cuestión no es cuando empezar, sino el conflicto que genera darse cuenta que lo que uno creía que venia bien enfilado “banquinea” o cuando parecía que todo andaba bien nos pasar un “memo” y nos bajan de un ondazo o cuando parecía que el camino ya estaba escrito se hace un manchon en la hoja. Y entonces otra vez, duelar por lo que no fue, sacarle la parte buena a lo que salio mal, tomar nota de las cosas en las que fallamos para la próxima vuelta, entender, aprender a convivir con algunos interrogantes que no siempre tienen respuesta, sacar nuestras propias conclusiones y conseguir algún día “enterrar” esa parte. Enterrar, guardar, archivar, dejar en algún lado para poder volver cuando la nostalgia se adueñe del día tratando de seguir adelante y que no sea un piedra en el camino.

Con el tiempo aprendí que nada esta escrito, que yo me encargo de escribirlo cada día y que es sumamente valido dar una vuelta de tuerca y cambiar el cuento a la mitad. No es de cobarde arrancar de nuevo, nadie me saca el traje de “Mujer maravilla” que me pongo para jugar a que puedo con todo, por asumir que “No fue”, “No salio”, “Termino”.
Ojo! el día que me hago cargo que es solo un disfraz y que no puedo con todo… Pero yo decido como escribir mi historieta y ese disfraz es el que por ahora decido usar…

lunes, 8 de diciembre de 2008

Desconocidos (Parte II)

A veces trato de oír las gotas de lluvia clavándose en el medio de ese lago tan nuestro.
Es verdad lo que decís: sé perfectamente como es su sonido. Lluvias de verano. Lagos del alma. Es verdad también lo extraño de la vida, de no haberos visto antes. Tal vez sea porque todo tiene un momento y todo tiene un espacio, un lugar. No lo se.
Leo mis palabras. Leo las tuyas.
Lo maravilloso es saber que en algún punto las miradas se entrecruzan, bailan, se divierten, se acompañan. Las palabras dejan de ser, mientras nos miramos, esas perras negras.
Me gustó eso que escribiste de “…sentarnos en una noche no muy lejana en su orilla….” De alguna manera, es otro cruce de miradas.
Pero como cada noche, con cada palabra, se que viajamos a esos lugares que nos gustan tanto. Se que miramos la noche durmiendo sobre el agua, las estrellas vanidosas amontonándose en un cielo inmenso sólo para que hablemos de ellas mientras tomamos mate, las ilusiones y los secretos compartidos a modo de secreto personal, de confesión maestra. De fondo, el ruido de los grillos y sus secuaces poniéndole magia al silencio. En el medio de todo eso, no se por qué, ni cómo, ni de dónde, estas vos. Ese es el mundo que imaginamos cada noche que hablamos o que nos permitimos un cruce tibio de miradas, de gestos, de palabras. Un mundo sensible, pero no sensibilero, en dónde hasta la oración más vulgar tiene un disfraz de reina, una idea entrelíneas, un beso secreto.

domingo, 7 de diciembre de 2008

No tan desconocidos...

Quien hubiera dicho que iba a volver tantas veces a sentarme a la orilla de ese lago? Quien hubiera dicho que no eran kilómetros sino instantes lo que iba a viajar con mi imaginación? Tal vez con el afán de extraerme de este mundo vertiginoso que lejos esta de la calma de ese lago.

Quien hubiera dicho que ibas a ser vos, amigo de noches y confesiones, quien me iba a llevar tan lejos? Como es posible que dos personas puedan pasar desapercibidas en la vida del otro por tanto tiempo y compartir tantas “coincidencias” después?

Aunque no es difícil entender como podemos sentarnos cada noche a la orilla de ese lago. Ese lago en que coincidimos un día contando nuestras historias que parecían no tener conexión salvo la necesidad que compartirlas.

Hoy nos dejamos invadir por el sonido de las gotas de la lluvia que caen sobre el Futalaufquen permitiendo que la corriente se lleve los dolores, las angustias y acune las ilusiones de volver a sentarnos una noche no muy lejana en su orilla y recordar estas charlas para nada banales que nos acompañan por las noches y nos permiten seguir creyendo que ahí estamos.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Desconocidos (Parte I)

Esto comenzó a escribirse con una canción de fondo.
Creo que estábamos en la orilla del lago Futalaufquen, mirando el agua y las montañas, como lo haría cualquier persona que estuviese allí.
¿Qué voy a hacer con tanto cielo para mí?
Creo que llovía. Nos gusta mucho la lluvia. En ese momento, no pensábamos en la lluvia que se suicida contra el techo de mi pieza. Pensábamos en la libertad con una cierta inmunidad. Creo que disfrutábamos más de las palabras porque la lluvia nos estaba besando los labios.
Creo que fue entonces cuando me di cuenta de que leerla era como estar mirándola a los ojos. Sin decir. Sin parpadear. En calma, como un lago que se sienta a esperar el verano.
Desde la otra orilla, me hace sentir el contorno de un mundo pintado con su propia paleta de colores. Siento en su prosa el galope joven de mil metáforas, de mil amores.
Siento, y juro que es así, cada una de sus tristezas, de sus ilusiones, de sus sonrisas. Presiento sus ocurrencias y me dejo sorprender por su atención, por su caricia oportuna.
Se que, en distintos días, en distintos tiempos, caminamos por la orilla del mismo lago pensando las mismas cosas, creyendo en sueños parecidos.
¿Qué voy a hacer con tanto cielo para mí?

Como te digo, amiga de las noches y las palabras, qué gusto me da haberte encontrado. Y qué gusto inmenso poder seguir mirándonos bajo la lluvia.