miércoles, 17 de marzo de 2010

RETRATO

Ella es de las que ponen en el mismo estante a los dinosaurios y a los bichitos de luz. De las que aún son capaces de sorprenderse con el más mínimo detalle, con la más mínima cortesía.
Ella es de las que tiene el pelo duro como si fuera un árbol escapado de alguna película de Burton.
Ella canta. Dibuja en el aire la sensibilidad de su mirada. Recrea en mi pecho la sensación de invulnerabilidad, la capacidad de soñar.
Ella reconoce en un instante el aroma de un jazmín, la violencia de una rosa.

Nosotros, sin embargo, estamos dispuestos a olvidarnos su nombre y confundirla con otras cientos de mujeres que visitan nuestras vidas. Elegimos los silencios porque además de comodidad nos ofrecen la intimidad de las hojas, el cara a cara con nuestras miserias y con nuestros miedos.

Y entre todo esto, la rotonda de las mil opciones. Mis proyecciones, mis certezas y ahí, sin despegarse un segundo, mis inseguridades. Tal vez la felicidad sea el crear continuamente mundos paralelos en nuestra imaginación y pensarlos reales.

¿Una casa? ¿Un auto? ¿Mi título universitario?

“…Sentir... que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir... con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez...”

El tigre ruge cuando hay viento. (Por eso tal vez le encanta Necochea)

jueves, 4 de marzo de 2010

Mi psico depiladora



Como cada 15 días aproximadamente visito a mi depiladora. La maldita hoy me falló. La busque a la mañana y no estaba. A la noche tampoco. Ella me traiciono, yo también. La cambié. Para una mujer una depiladora es más que eso. Ellas ocupan un rol muy importante. Una deposita en ella demasiada confianza, demasiada intimidad. La persona a ser depilada se recuesta en su camilla y agotada después de una larga jornada laboral arranca con un monologo en el que descarga lo peor del día, de los últimos quince días.
Hablamos durante 2 horas reloj. Vale aclarar que lo prolongado de la sesión no se debió a mi cantidad de vello. Como era mi primera vez con ella no solo le conté de mi semana, sino que de toda mi vida, o por lo menos lo más relevante de los últimos meses. Y ella me conto de la suya.
Hoy conocía a Moni, una genia. Una guarra como yo. Una gordis pechugona con una onda increíble. Moni es divorciada, con dos hijos. Se “junto” con otro hombre hace 5 años y entre luchas de costumbres e innovaciones sexuales para mantener viva una llama que aparenta estar extinguida, a Moni se le llenan los ojos de lagrimas cuando reconoce que le cuesta tanto ponerle un final a su relación porque lo que siente por el sigue pesando mas.
Mi monologo fue bastante extenso pero en este caso logre permitirle hablar a mi interlocutora (en este caso, Moni) y compartimos temas varios. En su mayoría relacionados con el sexo opuesto. Moni me hizo dar cuenta que las inquietudes que tengo ahora nunca las voy a dejar de tener, el dilema de si los hombres son complicados o lo somos nosotras aun a los 50 años seguirá siendo EL dilema.
Como sea después de una jornada ardua de trabajo, conversaciones que me demostraron que tan clara no la tengo en algunos aspectos, la necesidad de cerrar historias que no tengo ganas de cerrar, es decir el disco rígido lleno por lo menos pude sacarme las cosas de encima. Reconocerlas es un gran paso. Ahora viene la peor parte que es hacerme cargo que esos “temitas” me pasan a mi y no a la protagonista de una peli y poner manos a la obra para alcanzar lo mas parecido al “equilibrio”.
Preste mi traje de super héroe (o heroína) y ahora no me queda otra que vestirme de mi misma e ir pa´ frenchi…
Creo que ahora entiendo porque Rosa me abandono. Al cabo que ni la quería Moni es mas copada.