jueves, 4 de marzo de 2010

Mi psico depiladora



Como cada 15 días aproximadamente visito a mi depiladora. La maldita hoy me falló. La busque a la mañana y no estaba. A la noche tampoco. Ella me traiciono, yo también. La cambié. Para una mujer una depiladora es más que eso. Ellas ocupan un rol muy importante. Una deposita en ella demasiada confianza, demasiada intimidad. La persona a ser depilada se recuesta en su camilla y agotada después de una larga jornada laboral arranca con un monologo en el que descarga lo peor del día, de los últimos quince días.
Hablamos durante 2 horas reloj. Vale aclarar que lo prolongado de la sesión no se debió a mi cantidad de vello. Como era mi primera vez con ella no solo le conté de mi semana, sino que de toda mi vida, o por lo menos lo más relevante de los últimos meses. Y ella me conto de la suya.
Hoy conocía a Moni, una genia. Una guarra como yo. Una gordis pechugona con una onda increíble. Moni es divorciada, con dos hijos. Se “junto” con otro hombre hace 5 años y entre luchas de costumbres e innovaciones sexuales para mantener viva una llama que aparenta estar extinguida, a Moni se le llenan los ojos de lagrimas cuando reconoce que le cuesta tanto ponerle un final a su relación porque lo que siente por el sigue pesando mas.
Mi monologo fue bastante extenso pero en este caso logre permitirle hablar a mi interlocutora (en este caso, Moni) y compartimos temas varios. En su mayoría relacionados con el sexo opuesto. Moni me hizo dar cuenta que las inquietudes que tengo ahora nunca las voy a dejar de tener, el dilema de si los hombres son complicados o lo somos nosotras aun a los 50 años seguirá siendo EL dilema.
Como sea después de una jornada ardua de trabajo, conversaciones que me demostraron que tan clara no la tengo en algunos aspectos, la necesidad de cerrar historias que no tengo ganas de cerrar, es decir el disco rígido lleno por lo menos pude sacarme las cosas de encima. Reconocerlas es un gran paso. Ahora viene la peor parte que es hacerme cargo que esos “temitas” me pasan a mi y no a la protagonista de una peli y poner manos a la obra para alcanzar lo mas parecido al “equilibrio”.
Preste mi traje de super héroe (o heroína) y ahora no me queda otra que vestirme de mi misma e ir pa´ frenchi…
Creo que ahora entiendo porque Rosa me abandono. Al cabo que ni la quería Moni es mas copada.

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