miércoles, 17 de marzo de 2010

RETRATO

Ella es de las que ponen en el mismo estante a los dinosaurios y a los bichitos de luz. De las que aún son capaces de sorprenderse con el más mínimo detalle, con la más mínima cortesía.
Ella es de las que tiene el pelo duro como si fuera un árbol escapado de alguna película de Burton.
Ella canta. Dibuja en el aire la sensibilidad de su mirada. Recrea en mi pecho la sensación de invulnerabilidad, la capacidad de soñar.
Ella reconoce en un instante el aroma de un jazmín, la violencia de una rosa.

Nosotros, sin embargo, estamos dispuestos a olvidarnos su nombre y confundirla con otras cientos de mujeres que visitan nuestras vidas. Elegimos los silencios porque además de comodidad nos ofrecen la intimidad de las hojas, el cara a cara con nuestras miserias y con nuestros miedos.

Y entre todo esto, la rotonda de las mil opciones. Mis proyecciones, mis certezas y ahí, sin despegarse un segundo, mis inseguridades. Tal vez la felicidad sea el crear continuamente mundos paralelos en nuestra imaginación y pensarlos reales.

¿Una casa? ¿Un auto? ¿Mi título universitario?

“…Sentir... que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir... con el alma aferrada a un dulce recuerdo que lloro otra vez...”

El tigre ruge cuando hay viento. (Por eso tal vez le encanta Necochea)

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