domingo, 7 de diciembre de 2008

No tan desconocidos...

Quien hubiera dicho que iba a volver tantas veces a sentarme a la orilla de ese lago? Quien hubiera dicho que no eran kilómetros sino instantes lo que iba a viajar con mi imaginación? Tal vez con el afán de extraerme de este mundo vertiginoso que lejos esta de la calma de ese lago.

Quien hubiera dicho que ibas a ser vos, amigo de noches y confesiones, quien me iba a llevar tan lejos? Como es posible que dos personas puedan pasar desapercibidas en la vida del otro por tanto tiempo y compartir tantas “coincidencias” después?

Aunque no es difícil entender como podemos sentarnos cada noche a la orilla de ese lago. Ese lago en que coincidimos un día contando nuestras historias que parecían no tener conexión salvo la necesidad que compartirlas.

Hoy nos dejamos invadir por el sonido de las gotas de la lluvia que caen sobre el Futalaufquen permitiendo que la corriente se lleve los dolores, las angustias y acune las ilusiones de volver a sentarnos una noche no muy lejana en su orilla y recordar estas charlas para nada banales que nos acompañan por las noches y nos permiten seguir creyendo que ahí estamos.

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