viernes, 26 de diciembre de 2008

DESEOS

Yo, amiga mía, daría una pierna porque mi vida cambiara el primero de enero.
Asi, terminante, radical, inflexible. Mi pierna izquierda por que las cosas cambien. ¿De que me sirven las dos si no pueden llevarme hacia un lugar felíz? ¿De que me sirven si mis rodillas lloran al reconocer los mismos atajos, los mismos caminos?
Basta de someterse a la vida que a uno le toca vivir. Basta de tolerar las cosas que a uno le manchan el alma, le hieren el espíritu.

La lluvia tiene esa cosa de libertad, de insolencia. La lluvia tiene los acordes de Juana Molina clavados en cada gota, en cada verso. El ensortijado y caprichoso recorrido de un ritmo alienante, posesivo, cautivante. La música de los cielos que albergan las lluvias. Las lluvias que permiten el levantamiento armado de nuestros corazones rogando a los enemigos por un poco de amor en este mundo desolado, regado de estupidas, sembrado de preguntas sin razón, de diagonales sin salida.

Ojala el primero de enero llueva. Ojala que mi risa regrese y ya no sienta la necesidad de ofrecer mis extremidades por un poco de felicidad. Ojala que haya alguien ahí, del otro lado, escuchando mi silencio el día que pueda volver a hablar.

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