sábado, 12 de diciembre de 2009

¿A DONDE VAS?

Podría escribir, esta noche, cientas de páginas acerca de lo miserable.

Podría pedirle a mi cuerpo la huella exacta del dolor para exponerla en museos, bibliotecas o pastelerías.

Podría contar detalladamente lo que piensa cada una de las lágrimas que se queda en el puerta de los ojos, en el fondo del corazón.

Podría tantas cosas, y sin embargo el mundo se paraliza, se queda quieto, observa, acusa, saca cuentas, mide, debate, justifica, explica, remienda, se aburre.

Después suena Coty, y nada pasa por el cerebro para enfriar las cosas.

A donde vas sigue siendo un tobogán al llanto.

No se si va directo al momento de tristeza, si es mi himno personal de fracasos,

si funciona como analogía entre mis derrotas afectivas o si sólo es la canción que abre la puerta de los mares.

Suena, y lloro.

Lloro y no puedo detenerme.

Pienso. Y seguro ahí complico las cosas. Pero pienso.

Busco, extraño, siento a Jack tratando de explicarme y hasta lo voy entendiendo.

Pero después pienso de nuevo. Y lloro.

De a poco, me envuelvo en mi caparazón,

Y me convenzo de que no fui planeado para ser feliz

.

Miro todas las películas de antihéroes. Miro en especial esas en donde los chicos que lucen bien en el fondo son los más grandes perdedores. Me veo.

Después, confío en mi autosuficiencia para vencerlo todo, y, con armadura y escudo, salgo de nuevo.

¡Cómo me gustaría que me entiendan, carajo!

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