martes, 23 de agosto de 2011

Heroína jubilada.


Mi compañero de blog y yo nos cruzamos en algún momento de la vida, momento en el cual nos alejaban algunas diferencias o tal vez solo era el desconocimiento del otro.

Tiempo después nos reencontramos en una red social y comenzamos a tener charlas extensísimas de muchos aspectos de la vida, que en su mayoría tenían que ver con relaciones interpersonales.

“Tendríamos que publicar lo que escribimos, generar debate, ver que dice el resto, que lean las cosas productivas que se pueden concluir entre tanta palabrería”, decíamos. Algo deformado creamos “Miradas…”. A los dos nos gusta mucho la lluvia, su sonido, su efecto. También compartimos la adoración por el lago Futalaufquen y su Parque Nacional Los Alerces. Entonces nos imaginamos charlando en la orilla de ese lago y para que el marco sea perfecto imaginamos la lluvia. Y desde ese lugar siempre compartimos nuestros puntos de vista. Nuestras miradas. Miradas bajo la lluvia.

Ya no tenemos nuestras charlas tan seguido, al menos no tan profundas o extensas; no escribimos temas que se debatían en las charlas; básicamente cada uno expresa sus sentimientos, las situaciones cotidianas. Y casi nadie debate de nuestros temas. Pero es nuestro, a nosotros nos sirve. Con eso alcanza.

Como método de penalización mi compañero tiene que hacerme una devolución elaborada de mi último ingreso al blog, hasta que no publique. El cargo se debe al incumplimiento del compromiso que tenemos ambos en utilizar este medio.

Su crítica siempre es halagadora, exigente. El tiene otras formas, mucho más cultas a mi entender. Yo soy más guarra, menos elaborada, más verborrágica. Mas ansiosa también.

Me pareció importante aplicar algunas de sus sugerencias, a pesar que siempre relee mis escritos para ver si “digo bien”, si se entiende. Pero esta vez, con las sugerencias dando vueltas.

Y esta vez, me quede pensando en lo recurrente de mi “Mujer Maravilla”. Seleccione unos fragmentos, para que entiendan mi mambito con ese personaje. Para la postura heroína omnipotente que suelo/solía tomar...

“…nadie me saca el traje de “Mujer maravilla” que me pongo para jugar a que puedo con todo, por asumir que “No fue”, “No salió”, “Termino”.

Ojo! el día que me hago cargo que es solo un disfraz y que no puedo con todo… Pero yo decido como escribir mi historieta y ese disfraz es el que por ahora decido usar…”

“En fin, parece que hoy me saco el disfraz de Mujer maravilla y juego a que hay cosas que pueden doler, que pueden removerse y que tal vez a veces es necesario sacarlo para que después no duela tanto.”

“El traje de mujer maravilla parece que hace tiempo lo deje en el ropero, lo saco de a ratos, me muestro de esa manera, algo violenta a veces. Parece que ahí debe quedar, guardado. Hoy tengo que empezar a ser yo. Aunque no tenga del todo claro como hacerlo. Hoy saco el pie del freno… pongo primera.”

“Porque la mujer maravilla que tanto me quiero creer que soy, también tiene un montón de miedos.”

“Es uno de esos días donde parece que la “mujer maravilla” dejo de ser el disfraz de cabecera para convertirse en el último atuendo que elegiría.”

“Preste mi traje de super héroe (o heroína) y ahora no me queda otra que vestirme de mi misma e ir pa´ frenchi…”

“SE INTENTA DAR CON EL PARADERO DE MI DISFRAZ DE MUJER MARAVILLA. NO LO VEO HACE BASTANTE Y LA REALIDAD ES ABRUMADORA.

SE OFRECE RECOMPENZA POR MI CORAZA Y DISFRAZ DE OMNIPOTENTE.”

“El traje de mujer maravilla nunca lo encontré y lejos de generarme a alguna angustia me siento bien…Y a veces me gustaría, por un ratito, ponerme el traje e ir en busca de aventura.”

“Otra vez te pusiste el disfraz de Mujer Maravilla? No escarmentas mas eh! Te gusto la idea del carnaval? El disfraz, el corso... Y la capa te venia al pelo no? Porque no te miras al espejo antes de salir de tu casa y te das cuenta que tanta papa, tanta pasta... El disfraz ya no te queda... No se si algún día te quedo realmente... Siempre te apretó mucho el personaje...”

Hoy siento que lo deje un poco de lado, que ya no me visto de Mujer Maravilla. Que sin ese disfraz todo se siente más. No tengo ese escudo, no tengo ese prejuicio, no tengo esa protección. Lo real invadió un poco mi ficción creada. La vida que contaba como película de domingo se convirtió en realidad. Tal vez sin el escudo duela todo un poco más, pero la realidad también está repleta de cosas por disfrutar y con ese escudo no se puede. Se trata de realmente, por fin, de una vez por todas hacer reales las palabras. Como dice un amigo mío: cuando escuches y entiendas lo que aconsejas te voy a creer más.

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