sábado, 25 de mayo de 2013

Charlas de taxistas I


Me encontré hablando con un taxista, una vez más, del país en que vivimos. Y lejos de debatir posturas políticas en este caso hablamos de lo acostumbrados que estamos de percibir actos ilícitos o situaciones extremas como normales.

Una mujer embarazada fue baleada, un gobierno en la mira por lavado de dinero,  le robaron a una amiga a mano armada, con $100 pesos compraba un changuito y ahora me voy con una bolsa medio vacía del supermercado, juanita engaño a Juanito con el vecino, coimee a un policía para que no me multara, los policías nos obligaron a pagarles una coima para poder pasar a un lugar, tuvimos que pagar para que nos habilitaran un local que estaba en perfectas condiciones, y tantas más.

No voy a ser hipócrita diciendo que nunca hice nada ilícito o que no coimee a un policía o que siempre hice las cosas al pie de la letra. No, pero me encuentro mirando para atrás y no se en que momento todo esto se convirtió en algo normal, algo que ni uno ve como equivocado, en el que pareciera que si no es por izquierda muchos no podríamos salir adelante.

En qué momento se corrió el límite? En qué momento nos acostumbramos a ver el noticiero y no nos sorprendemos de nada de lo que vemos. Como con tanta normalidad estos actos o situaciones dejaron de asombrarnos  a pasar a ser algo cotidiano.

Crecí saludando policías en las esquinas creyendo que todos eran tan respetables como mi abuelo (policía montada), entendiéndolos como la autoridad. Hoy veo padres diciéndoles a sus hijos que los policías son malos. Chicos teniendo miedo de quienes deberían protegernos. Hoy veo cientos de personas quejándose de las inundaciones, algunos que también tiran papeles en la calle y colaboran para que eso suceda. Antes hasta los ladrones tenían códigos, hoy pegan un tiro a un anciano o a una mujer embarazada por un una billetera medio vacía. 

Que fue lo que nos dejó en este lugar, como colaboramos todos para llegar a esto? Porque siempre tiramos culpas, que el gobierno nacional, que el gobierno provincial. Pero nuestros actos cotidianos son nuestra responsabilidad, no siempre están sujetos a condicionamientos dictados por “los que están arriba”

Y aunque me desesperance bastante esta realidad en que vivimos, todavía creo que existen personas (idealistas queridos) que buscan convertir a este mundo en un lugar mejor, un lugar donde uno quiera traer vida, donde quiera cuidar el mundo para futuras generaciones.  Que cree que podemos poner un granito de arena. Que todavía se asusta o preocupa cuando prende un noticiero, que se asusta cuando ve una noticia en la que un camionero pasa por arriba a una persona  por haberlo encerrado,  que se estremece con cientos de muertes en un incendio en un boliche.

Y me quedo con eso, con la parte “linda” con la gente solidaria que llena cajas y bolsas para inundados, que no tira ropa y  la dona, que usa horas ociosas en colectas o en recorridas del frío, en los que devolvemos billeteras encontradas, que le avisa al Kiosquero que le dio demás en el vuelto, que usa cinturón de seguridad, que deja pasar a una embarazada o anciano en una esquina, que respeta y enseña a sus hijos a construir un lugar mejor; para ellos y el prójimo. Me quedo con la esperanza que si todos meditamos un ratito a la hora de hacer las cosas, las podemos hacer bien, por el camino correcto. Cuidando de no pisar a nadie para llegar a donde queremos. Cuestionarnos, todavía es el camino. Hacerse cargo es parte importante.   

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